|
Entrevistas | Miércoles, 17 de enero de 2018 |
Javier Mascherano: "No hay peor crítico que yo mismo" Emblema histórico de la Selección Nacional, habla de su infancia, Barcelona, Messi, el bullying que le hizo Gallardo, las finales perdidas con Argentina y su futuro, entre otros temas. De joven te quedabas hasta la madrugada en la barra de los boliches hablando de fútbol. ¿Verdadero o falso? Ha pasado, sí, ha pasado (risas). Yo me fui muy chico de San Lorenzo y cuando volvía algún fin de semana y salía a bailar a Doppo, el boliche más conocido, me encontraba con un montón de amigos y al final, terminaba hablando de fútbol. De sacar a bailar a una chica, ni ahí. Igual, a los 16 años me puse de novio con Fernanda, que hoy es mi mujer, así que la que se aburría era ella.
En el día a día en tu casa, ¿sos serio o sonreís seguido? En la intimidad, soy de joder y de reírme de mí mismo. “No puedo ser tan burro”, suelo decir. En casa, bromeo con las nenas, ellas me cargan, la más chica me dice “calvo”, no soy un padre que pretende generar ese respeto reverencial que existía antes.
En el casamiento de Messi, te imagino en un rincón, sin participar de los pogos. Todo lo contrario, ahí soy un descontrolado. Como bailando soy malísimo, porque no agarré el hábito de joven, tengo que armar quilombo porque para lo otro no me da.
¿Cómo conquistaste a Fernanda? La conocí de chico, mi grupo de amigos se juntaba con el de ella, y en diciembre del 2000, con 16 años, me animé. Fue en el boliche, dejé un rato la barra e hice de tripas corazón, porque con mi aspecto mucho no podía conquistar. El que nos mató a todos fue Pablo Zabaleta, que le propuso matrimonio a su novia en la Torre Eiffel. Puso la vara muy alta, eso no se hace.
En la previa a la final del Mundial 2014, ¿qué chances creías que teníamos de ganarla? Lo veía 50 y 50, no sé si por la confianza que teníamos en lo nuestro, o porque siempre tuvimos claro cómo jugarle a Alemania. Sabíamos que colectivamente ellos eran mejor que nosotros, que iban a tener la pelota, pero que nosotros podíamos controlar tácticamente el partido esperándolos y saliendo de contra. Fuimos con toda la confianza a jugar la final. A mí me pasó algo muy loco: disfruté muchísimo el calentamiento y el partido. Era como decir: llegamos a la instancia que soñamos tantas veces, hoy el mundo se paraliza para vernos. Yo ya me había vuelto antes del Mundial tres veces (una como sparring) y terminaba viendo la final en mis vacaciones. Así vi el gol de Iniesta a Holanda: en un hotel, de vacaciones. Era la chance de ganar un Mundial. Y en Brasil. Demasiado lindo para que fuese verdad.
¿Qué fuiste sintiendo durante los 120 minutos? Al principio nos costó, fuimos de menor a mayor, y en el ST y durante el alargue sentí que lo ganábamos, porque el partido se jugaba como queríamos nosotros: replegados, sin que nos pudieran hacer daño, robando y contraatacando. Tuvimos 3 chances claras y un par de arranques del Pocho que insinuaron peligro. Físicamente el equipo nunca sufrió, en los últimos 10 minutos estábamos cansados, ellos también, algo lógico, hasta Schweinsteiger se acalambró un par de veces.
Y el gol llegó fuera de contexto. Una jugada aislada, no nos estaban peloteando ni mucho menos. Ni Pablo (Zabaleta) ni yo llegamos a cubrir el centro, pasó justo por el único hueco por el que podía pasar, y después Göetze la paró de pecho y definió en medio segundo, pegado al palo y por 20 centímetros no la agarró Chiquito. La vi entrar desde el piso, porque me había tirado a tapar el centro, y encima se me vinieron los alemanes a festejar al lado. En ese instante se te derrumba todo, te das cuenta de que el sueño se terminó, era prácticamente imposible empatarlo. Haber estado tan cerca de la Copa del Mundo, haberle pasado a 20 centímetros, verla y no poder tocarla, es una angustia que no se irá nunca.
9 Empecemos de nuevo: ¿quién es Javier Alejandro Mascherano? Un hombre que se ha dedicado a la profesión de futbolista y que la vive lo más intensamente posible. Y, sobre todo, una persona muy tranquila, sencilla, familiera, que necesita poco para ser feliz.
¿Qué te dijo Bielsa el día del debut y cómo recordás tu primer partido en River? Marcelo me pidió que hiciera lo mismo que hacía como sparring, que la confianza que tenía en mí era por los años que llevaba viéndome entrenar. Después, me dio conceptos sobre el rival que enfrentaba, porque tenía la metodología no solo de dar la charla grupal, sino también una individual. Mi debut en River fue en la primera fecha del Apertura 03, contra Nueva Chicago en casa, entré en los minutos finales para aguantar el 1-0. Había una gran emoción porque era el regreso de Salas. Para mí fue un día muy especial, era concretar el sueño que tenía desde que había llegado al club y, sobre todo, una liberación después de estar jugando dos años en la Reserva.
Tu día más feliz y tu día más triste en el fútbol. El más triste, la final del Mundial, aunque pensándolo bien no sé si fue más triste perder la final en Estados Unidos, por la acumulación. Mis días más felices fueron mi debut en River y en la Selección, y también la noche en la que me avisaron por mensaje de texto que me había comprado el Barça.
¿Hasta qué edad te ves jugando? Hasta cuando pierda la ilusión. Hoy, me imagino jugando tres años más, hasta los 36. A qué nivel, no lo sé, gracias a Dios me siento bien, no sufrí lesiones graves y me cuido mucho. Muchos creen que tengo 36 o 37 años, pero apenas tengo 33 (risas).
|
|
|
|
|
|
|
|
783
|
|
823
|
|
|
|
|