opinion
Martes, 7 de febrero de 2017
Un horror en el teléfono
El fútbol argentino tiene tanto olor a podrido que no es como para horrorizarse que el presidente de un club intente sacar ventaja antes de un partido decisivo, ya sea pidiendo sanciones leves para poder contar con jugadores o incluso para que el árbitro entienda lo importante que es ese partido para su club.

Lo que hizo Angelici dos años atrás no está para nada bien pero ocurre, lamentablemente. Lo que es bastante más extraño y de alguna manera desnuda el poder que Angelici tiene en el fútbol, es que Luis Segura, presidente de la AFA de entonces, prácticamente parezca un chico al que lo invitan a hacer los mandados y hasta peor: a diferencia de lo que nos pasa en casa, en lugar de negarse o decir después voy, todo lo contrario, don Luis redobla la apuesta y hasta se pone la camiseta del club en cuestión, cumpliendo un papel indecoroso.

El colmo de los colmos es que el presidente del Tribunal de Disciplina, Fernando Mitjans, en las antípodas de la imparcialidad que el cargo impone, se suba al paraavalancha de La Doce y planee una estrategia para que Boca pueda contar con dos jugadores en una final, haciendo todo tipo de análisis y especulaciones con la clara intención de jugar a favor de un club y hasta perjudicar a otro, en este caso Vélez.

Segura ya no está más en la AFA pero Mitjans sigue presidiendo el Tribunal de Disciplina, situación que en cualquier país más o menos normal no podría sobrevivir al día de hoy.

El fútbol está como está por una gran cantidad de actores que enriquecen horribles escenas de una película nefasta. Es hora de cambiar al guionista y a muchos de los protagonistas que lloran en los escritorios que supieron conseguir.


 
 
 
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